¿Te quieres sano? ¡Haz ejercicio!

“Mente sana, en cuerpo sano” Hablar de ejercicio es hablar de salud. Una gran cantidad de beneficios conlleva el hacer ejercicio. Cuando escuchamos “haz ejercicio” lo primero que pensamos es en bajar de peso, estar fuertes, verse bien. Pero en realidad hacer ejercicio implica mucho más que esas simples cosas.

Como ya lo hemos mencionado en artículos anteriores, somos el país número uno en obesidad infantil y lo cierto es que los números en obesidad adulta no se quedan atrás. La obesidad está íntimamente ligada a diabetes tipo 2 y esa es una de las primeras razones por las que debemos de incrementar la actividad física.

Todo nuestro cuerpo necesita de energía para moverse. Esta energía la la almacenamos en el cuerpo de dos maneras: grasa en el tejido adiposo y glucosa (azúcar) en las células del hígado y del músculo.

Cuando hacemos ejercicio de baja intensidad como caminar o trotar sin agotarnos la energía proveniente para este tipo de ejercicio la da principalmente las grasas que circulan en la sangre. Esta energía puede durar hasta dos horas; entonces la grasa que está guardada como reserva en el tejido adiposo sale a la sangre para reponer la grasa utilizada durante el ejercicio, de esta manera el ejercicio contribuye a la pérdida de grasa corporal.

Si se sube un poco la intensidad del ejercicio, es decir corremos un poco más rápido, nuestro corazón comienza a latir más  porque necesita bombear la sangre más rápido para que llegue a todas partes de nuestro cuerpo para oxigenarlo y dar energía (glucosa o grasa) a todos los órganos.
Para captar la glucosa circulante,  se requiere de insulina para que la célula acepte la glucosa. La insulina es la llave de entrada de glucosa a la célula y la glucosa es la energía que necesita la célula para trabajar y moverse.

Entonces a mayor trabajo o ejercicio más llaves de entrada se necesitan para meter más rápido la energía a las células. Por eso se dice que la captación de glucosa en ejercicio por el músculo aumenta unas veinte veces y por lo mismo aumenta el metabolismo de la persona porque este efecto no sólo dura durante el ejercicio sino que se extiende por horas y el cuerpo se vuelve más eficiente para degradar la glucosa y las grasas.  Así se reduce la probabilidad de padecer diabetes.

Mientras más ejercicio hagamos más eficiente se volverá nuestro cuerpo para utilizar como energía la glucosa y la grasa y de esta manera evitaremos una acumulación innecesaria de estas sustancias en nuestro cuerpo que pueden conllevar a enfermedades como diabetes, obesidad, hipertensión, infartos y embolias.

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